La mejor canción de la historia es Toxic de Britney Spears

El miedo absoluto a la recuperación, a ganar el peso perdido, a una manzana. El miedo a la voz interna que se posiciona como un muro entre la vida y la muerte. “Si quieres vivir tienes que comer”. Negación absoluta. 

De pronto, llegó Britney Spears cantando Toxic como un llamado divino, como la oportunidad de revelarme contra la toxicidad que corría por mis venas. Llegó como un himno de vida, de recuperación. “Si quieres bailar al son de with the taste of your lips I’m on a ride tienes que empezar a comer; a nutrirte”. Y así, de la mano de la princesa del pop, empezó la travesía más hermosa de mi vida.

Toxic de Britney Spears no es la mejor canción de la historia. La letra no es profunda, los acordes no trascienden, la melodía no es angelical. Pero es la mejor canción de mi historia, porque me permitió seguir viviéndola. La música es eso: el recordatorio constante de que vale la pena cantar una vez más “I’m addicted to you. Don’t you know that you’re toxic?”. De que vale la pena la recuperación. De que vale la pena vivir

La mejor canción de la historia es Una Respuesta de Julieta Venegas

Se me hace imposible determinar una sola canción como la mejor canción de la historia. No hay manera ni estándar para definir a una sola canción como la mejor del mundo. Aunque un maestro muy sabio me dijo que hay canciones que perfectamente podría descartar. Yo creo que no puedo eliminar ninguna canción para contender a las mejores canciones. Así lo que es bueno para mí, no es bueno para la persona de al lado. Dado que los gustos son tan subjetivos y no hay un método para determinar cuáles son las mejores combinaciones de notas, no pretendo afirmar que los gustos de alguien son inferiores a los míos.

Ahora bien, si tuviera que escoger solo una, como tengo que hacerlo ahora, escogería Una Respuesta de Julieta Venegas. No soy experta en música, y no sé distinguir la melodía del ritmo ni Do de Re, pero sé disfrutarla. Alguna vez Julieta Venegas dijo que pensaba que escribir una canción era como escribir poesía hasta que intentó escribir un poema y se le hizo demasiado difícil. Para mí, Una Respuesta es un poema y lo considero la mejor canción de la historia porque, dejando de lado el Do y el Re, me tocó el alma y me hace sentir de forma diferente cada vez que la escucho. Es una forma de responder a lo simple que es la vida y a lo complicado que es explicar esa simpleza. Una Respuesta es un abrazo en forma de canción. 

La música de Julieta Venegas es tan digerible como no. Por un lado, puede ser escuchada y sentir la calidez que transmiten el sonido que emite. Pero, por el otro lado, todas sus letras son profundas y simples. Te puedes relacionar a todas sus vivencias y dolores y, así, sentirlos como tuyos. 

Le tengo todo el cariño y respeto del mundo a Julieta Venegas por escribir Una Respuesta y retratar la vida tal y como yo la veo. 

La mejor canción de la historia es Cherry Bomb de The Runaways

I figured out it was a social thing, what women were allowed to do. At a very young age, I decided I was not going to follow women’s rules.

Joan Jett

A pesar de que ya no vivimos en la época victoriana con una muy acotada definición de “lo femenino”, la crianza de las mujeres y de los hombres continúa siendo diferenciada. Desde muy jóvenes se nos impone como mujeres cuál debe ser nuestro destino: los niños, la cocina y la Iglesia. Aprendemos a conseguir lo que queremos llorando, haciéndola de víctimas. 

Durante la transición de la niñez a la adolescencia nuestro destino sigue siendo fundamentalmente el mismo. Los cambios en nuestros cuerpos se convierten en una maldición. Nuestras vidas comienzan a girar en torno a no ser muy provocativas, siempre vernos bien, ser delgadas, vestir y hacer cosas que no parezcan ser muy retadoras o muy independientes para parecer atractivas. Aprendemos a callar, a sonreír y a mostrarnos siempre dispuestas a obedecer. En el mundo de la música, esta sumisión se veía reflejada en la exclusión deliberada de las mujeres del rock. 

El rock como género surgió como reacción a la moral de la posguerra. En una época donde el optimismo de haber vencido al fascismo y la abundancia material prometían un futuro mejor para las generaciones más jóvenes, la música rock se convirtió en la manifestación de los deseos pasionales de millones de jóvenes en todo el mundo que estaban disconformes con dichos sentimientos de esperanza. Sin embargo, los emisores de ese mensaje de disconformidad sólo eran hombres. 

Si bien, las mujeres no teníamos prohibido por el Derecho tocar rock, sí eramos mal vistas por la sociedad. Por supuesto que teníamos permitido asistir a conciertos y llenar de alabanzas a los grandes músicos de la época, pasando desde Elvis Presley hasta Los Beatles, años más tarde. No obstante, cuando los conciertos terminaban y las grandes estrellas del rock regresaban a sus cuartos de hotel,  las mujeres teníamos que volver a nuestras a casas a ser las madres, esposas e hijas perfectas, sumisas y devotas. Nuestros deseos libidinosos se quedaban en eso, meros deseos. 

Es por ello que, para mí, así como la historia se divide en antes y después de Cristo, la historia del rock se divide en antes y después de The Runaways: la primera banda de rock conformada solamente por mujeres. Cinco adolescentes de 16 años rompieron con el pacto de caballeros en virtud del cual sólo los hombres podían tocar ruidosos instrumentos y manifestar su enojo y disconformidad a través de la música. Gracias a The Runaways, pasamos de ser meras espectadoras a participantes centrales con admiradores y admiradoras propios.

De todo el repertorio de The Runaways, elegí Cherry Bomb porque considero que es un himno de empoderamiento femenino. Nos dice que somos dueñas de nuestros cuerpos, de nuestra sexualidad y de nuestro destino. Somos más complejas que meros objetos que dan placer y son atractivas. También queremos recibir placer. Queremos ser más que esposas. Queremos ser rudas y explosivas, sin que eso implique renunciar a ser mujeres. 

Cuando escuché “Cherry Bomb” por primera vez, tenía 13 años. Al escucharla, decidí que quería ser algo más que ser atractiva. Quería romper las reglas, ser ruda como los hombres, conservando mi feminidad. Eso es lo que representa para mí Cherry Bomb. Se puede ser dulce como una cereza y al mismo tiempo ser explosiva como la bomba más peligrosa. Por eso es para mí la mejor canción de la historia. 

La mejor canción de la historia es ¿A quién le importa? de Alaska y Dinarama

La mejor canción de la historia probablemente es “¿A quién le importa?”, y el por qué es contextual. La canción es comunmente relacionada con Thalía, que la interpretó en 2002, pero en realidad fue escrita por Carlos Berlanga y Nacho Canut, en España durante los ochentas. La canción salió en medio del inicio de la pandemia del sida, que convirtió a les cuir en gente asquerosa e indeseable, en un país que llevaba décadas persiguiendoles, marginandoles y sentenciandoles a trabajo forzoso, la cárcel, el manicomio y la muerte.

“No hay orgullo, solo cadáveres”. Pride 2018.

Entre la persecusión institucional, los prejuicios y la discriminación, con uñas postizas y delineador de ojos, tocaban al son de “la gente me señala, me apuntan con el dedo… yo sé que me critican, me consta que me odian… Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mi, ¿a quien le importa lo que yo haga? Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiare”. Desde entonces la canción ha sido cantada por multitudes, año tras año, en prides alrededor del mundo. Y el poder que tiene sigue siendo el mismo. Se siente como salir por una bocanada de aire luego de nadar en un mar de incertidumbre toda la vida.

(Aunque igual “la canción” de Bad Bunny es un close second).

La mejor canción de la historia es Bad Habit de Foals

Cause if I go where the flowers grow

Into the deep below oh, would you forget me now?

And if I could take the pain away, wash the stains away

Oh, would you forgive me now?

Bad Habit – Foals

La virtud de la música, como cualquier arte, está en su subjetividad, por lo que categorías como “la mejor canción de la historia” son contrarias a su esencia, pues requieren convenir sobre estándares “objetivos” para calificarla como mejor o peor. La belleza de la música está en su universalidad, que no es nada más que la capacidad de conectar con cada persona y cautivarla desde su particular experiencia humana. La música es una expresión de nuestra humanidad, por lo que juzgarla como mejor o peor resulta una tarea hasta cierto punto fútil que nos aleja de lo que la música realmente aporta.

Por otro lado, esta pregunta presenta un problema epistemológico: es poco probable que una sola persona puede llegar a conocer toda la música que existe. Por ende, la respuesta que se dé a esta pregunta estará no solo afectada por la subjetividad de quien la conteste, sino también limitada por su experiencia. No obstante, la pregunta es útil en otro sentido, pues nos arroja luz sobre la experiencia y valoraciones subjetivas que alberga cada persona. En este sentido, la respuesta a esta pregunta no puede ser más que personal.

Ahora, si desde mi subjetividad tuviera que definir que hace a una canción mejor que otra, diría que es su capacidad de humanizarnos y acercarnos a esas partes más sensibles de la experiencia, al mismo tiempo que expresa de una forma inédita algo que (quizás) ya se sabía, pero no había encontrado cause. En una capa adicional, más cercana, diría que la mejor canción del mundo también es aquella que no importa cuantas veces la escuches, su mensaje sigue teniendo la misma resonancia que cuando la escuchaste por primera vez. Escucharla es una experiencia incesantemente generosa; nunca se cansa de dar. Es algo similar al amor a primera vista, excepto que ésta no se desvanece con el paso del tiempo. Perdura y se fija en algún lugar de nuestro hipotálamo para volverse una fuente infinita de inspiración, alegría, calma, o algo más (eso que siempre obtuviste de la música y de nada o nadie más).

Desde esta perspectiva “la mejor canción de la historia” (por hoy y para mí) sería “Bad Habit” de Foals, pero mañana bien podría ser otra, aunque no cualquier otra, porque no todas las canciones se han quedado tatuadas en alguna parte de mí. ¿Por qué esa canción? Por un lado, por lo que me dice. Bad Habit es una canción que habla de la frustración que viene de saberse eternamente falible tras haber lastimado, corroído y saboteado, como un vicio que no cede. Es volverse el villano de la propia historia, y no uno vencedor. Es tener certeza de nuestras vulnerabilidades y la imposibilidad de cambiarlas. Sin embargo, también habla (quizás con mayor vehemencia) de que aun en esa desesperanza, existe la posibilidad de encontrar perdón, principalmente de una misma. Y con el perdón, el cambio, la esperanza. Es una canción sobre encontrar redención dentro de sí. Por otro lado, elegí esta canción por cómo se siente. Cuando la escucho, invariablemente siento que me libero un poquito de mi incomprensión y pequeñez, que veo a mis miedos a la cara sin tener que huir. Siento que la canción “me entiende” y eso se siente muy bien. Es una experiencia generosa, consistente y liberadora. ¿Qué más esperarías de la mejor canción del mundo?

Hasta aquí mi embrollo.

La mejor canción de la historia es Present Tense de Pearl Jam

¿Qué más melancólico para alguien nacido en los 80´s que una playera de los Bulls marcada con el “23”? ¿Hay algo más poderoso que Eddie Vedder gritando que te tragues tus lamentos y vivas el presente? Aunque es imposible hablar de la mejor canción de la historia, o siquiera de mi historia, el refugio que en época Covid me da Present Tense es innegable. Recordé esta canción al ver la miniserie The Last Dance y reviví mi infancia. Un periodo sin estrés o tristeza, en el que mi mayor preocupación era si Rodman iba a alinear, o sí iba a ahorrar para mis tenis Jordan o, al menos, mis Jason Kidd. Pero la canción no es un repaso simplista de los 90´s. Es inspiración en la naturaleza, es nostalgia eufórica de tiempos complejos, es el es “ta-ca-ta ta-ca-ta” del minuto 3:58, es auto-perdón. Todas estas emociones se enmarcan en la época más rebelde de Pearl Jam que resistía al sistema que comercializa con todo, desde Ticketmaster a MTV.  Puedo escuchar esta canción veinte veces al día; cuando me despierto, trabajo, limpio el baño, barro, bebo una cerveza, rockeo con mi pareja y sonrío en medio de una pandemia…. 

La mejor canción de la historia es Let It Be de The Beatles

La historia es un recuento de los eventos de la humanidad la cual, a su vez, es un conjunto diverso de personas y sentimientos a lo largo del tiempo. Al hablar de la mejor canción de la historia podríamos basarnos en muchos factores técnicos o culturales, sin embargo, yo me resguardaré en mi propia subjetividad para abordar el tema pues, en mi mente,  la mejor canción de la historia va más allá de todos esos factores. La mejor canción de la historia debe de ser un himno a la humanidad.

Si bien todos los humanos somos únicos, hay muchas características en común que nos unen y nos hacen sentir parte de algo más grande que nosotros mismos. Es un sentimiento universalmente conocido, el no encontrarle un sentido claro y tangible a tu propia existencia. En nuestra constante búsqueda de significado nos encontramos dejando de lado la importancia y trascendencia de nuestra vida. Nuestros problemas mundanos se perciben como más grandes que nuestra misma existencia y se convierten en trabas latentes a nuestra felicidad.   

En mi mente, “Let It Be” de The Beatles funciona como un himno a la humanidad pues, además de ser una canción que trasciende generaciones por su gran impacto cultural,  transmite un mensaje que todos podemos aplicar universalmente. Como solía cantar Gustavo Cerati: “Comprender que solo estar es más puro”.