La mejor canción de la historia es Cherry Bomb de The Runaways

I figured out it was a social thing, what women were allowed to do. At a very young age, I decided I was not going to follow women’s rules.

Joan Jett

A pesar de que ya no vivimos en la época victoriana con una muy acotada definición de “lo femenino”, la crianza de las mujeres y de los hombres continúa siendo diferenciada. Desde muy jóvenes se nos impone como mujeres cuál debe ser nuestro destino: los niños, la cocina y la Iglesia. Aprendemos a conseguir lo que queremos llorando, haciéndola de víctimas. 

Durante la transición de la niñez a la adolescencia nuestro destino sigue siendo fundamentalmente el mismo. Los cambios en nuestros cuerpos se convierten en una maldición. Nuestras vidas comienzan a girar en torno a no ser muy provocativas, siempre vernos bien, ser delgadas, vestir y hacer cosas que no parezcan ser muy retadoras o muy independientes para parecer atractivas. Aprendemos a callar, a sonreír y a mostrarnos siempre dispuestas a obedecer. En el mundo de la música, esta sumisión se veía reflejada en la exclusión deliberada de las mujeres del rock. 

El rock como género surgió como reacción a la moral de la posguerra. En una época donde el optimismo de haber vencido al fascismo y la abundancia material prometían un futuro mejor para las generaciones más jóvenes, la música rock se convirtió en la manifestación de los deseos pasionales de millones de jóvenes en todo el mundo que estaban disconformes con dichos sentimientos de esperanza. Sin embargo, los emisores de ese mensaje de disconformidad sólo eran hombres. 

Si bien, las mujeres no teníamos prohibido por el Derecho tocar rock, sí eramos mal vistas por la sociedad. Por supuesto que teníamos permitido asistir a conciertos y llenar de alabanzas a los grandes músicos de la época, pasando desde Elvis Presley hasta Los Beatles, años más tarde. No obstante, cuando los conciertos terminaban y las grandes estrellas del rock regresaban a sus cuartos de hotel,  las mujeres teníamos que volver a nuestras a casas a ser las madres, esposas e hijas perfectas, sumisas y devotas. Nuestros deseos libidinosos se quedaban en eso, meros deseos. 

Es por ello que, para mí, así como la historia se divide en antes y después de Cristo, la historia del rock se divide en antes y después de The Runaways: la primera banda de rock conformada solamente por mujeres. Cinco adolescentes de 16 años rompieron con el pacto de caballeros en virtud del cual sólo los hombres podían tocar ruidosos instrumentos y manifestar su enojo y disconformidad a través de la música. Gracias a The Runaways, pasamos de ser meras espectadoras a participantes centrales con admiradores y admiradoras propios.

De todo el repertorio de The Runaways, elegí Cherry Bomb porque considero que es un himno de empoderamiento femenino. Nos dice que somos dueñas de nuestros cuerpos, de nuestra sexualidad y de nuestro destino. Somos más complejas que meros objetos que dan placer y son atractivas. También queremos recibir placer. Queremos ser más que esposas. Queremos ser rudas y explosivas, sin que eso implique renunciar a ser mujeres. 

Cuando escuché “Cherry Bomb” por primera vez, tenía 13 años. Al escucharla, decidí que quería ser algo más que ser atractiva. Quería romper las reglas, ser ruda como los hombres, conservando mi feminidad. Eso es lo que representa para mí Cherry Bomb. Se puede ser dulce como una cereza y al mismo tiempo ser explosiva como la bomba más peligrosa. Por eso es para mí la mejor canción de la historia. 

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