La Rola Fundante Básica

“Oh Lord, please don’t let me be misunderstood”



– Nina Simone, Don’t Let Me Be Misunderstood.

¿Qué diferencia a la inspiración del plagio? ¿Las sociedades tienen derecho de propiedad sobre sus productos culturales? ¿El significado siempre está aferrado al “primer vocalista” que originó una idea? ¿Siquiera existe una “primera idea”? Muchas de estas preguntas recorrieron mi mente al pensar en este nuevo tema: la apropiación. Este verbo se percibe como un rompimiento de la originalidad, algo moralmente reprochable. Aquel que ha originado un producto cultural se ve alienado ante un agente cuyo megáfono le permite ser escuchado más fácilmente.

La apropiación cultural puede ser entendida como la utilización de elementos culturales típicos de un colectivo étnico por parte de otro, despojándola de todo su significado y banalizando su uso. Dicho de forma más breve, es lo que ocurre cuando se usurpa un elemento cultural con finalidades que nada tienen que ver con las que se le atribuyen

Esta circunstancia puede ser preocupante. Un claro ejemplo del (posible) efecto perjudicial de este verbo se puede ver en el mundo de la moda. Distintes diseñadores de marcas “haute couture” han sido acusades de tomar diseños, patrones y conceptos ajenos a su cultura, para su propio lucro. Briggite Vézina ilustra el caso: “…en 2015, la marca de moda británica KTZ copió un diseño tradicional de parka inuit en un suéter de caballero con un precio elevado de más de 700 dólares de los Estados Unidos. Si bien la moda no será central al presente, este hecho deja en evidencia el peligro de la apropiación cultural.

Por otro lado, la protección de derechos de autor puede llevar a extremos indeseables. El derecho de propiedad intelectual en Estados Unidos puede llegar a abarcar desde canciones, acordes hasta colores. Este hecho representa una limitación a la posibilidad artística de aquelles que buscan inspiraciones en otras personas y sus obras. En particular, aquelles que no cuentan con el dinero como para pagar derechos de autor en sus trabajos. Sí, la originalidad e improvisación son excelentes. Pero como señala Ramshaw: “Improvisation can be neither purely spontaneous nor completely determined by the musical structures with which it engages“.

La apropiación no es algo nuevo para la música ni para el derecho. Los préstamos (borrowings) son comunes tanto en la música (blues, folk, country) como en el derecho. En Argentina, Carlos F. Rosenkrantz se da a la tarea de reflexionar sobre las repercusiones de los préstamos en la Constitución: “Argentina ha practicado incansablemente el “préstamo constitucional”, y lo ha hecho con particular extensión en dos áreas fundamentales del derecho constitucional: el diseño institucional y los derechos fundamentales.

En la música podemos mencionar a “Like a Rolling Stone”. Esta es una de las canciones que más se asocia con la época de los sesenta. El verano del amor parece bailar al son de Dylan. Pero une no tiene que hacer más que mirar detenidamente a su letra para notar la evidente paradoja. En esta canción Bob Dylan está enojado, furioso. Él se refiere de manera despectiva a alguien:

Once upon a time you dressed so fine.

Threw the bums a dime in your prime, didn’t you?

People call say ‘beware doll, you’re bound to fall’.

You thought they were all kidding you.

You used to laugh about

everybody that was hanging out.

Now you don’t talk so loud,

now you don’t seem so proud

about having to be scrounging your next meal

La práctica y comprensión generalizada cambiaron el significado de la canción de aquel propuesto por el autor. Al respecto, no queremos formular un juicio de valor acerca de la resignificación de la canción. Simplemente, los consumidores reinterpretaron el producto musical de Bob y le asignaron valor propio. El mismo Bob Dylan parece dejar abierta a interpretación el significado de sus canciones. Cuando el entrevistador Klas Burling preguntó a Dylan por el significado de la canción “Rainy Day Women #12 & 35”, él contestó lo siguiente:

Well, you know what it’s against and what’s it for. I don’t need to tell you that. My songs are all mathematical songs. You know what that means, so I’m not not gonna have to go into that. So this specific one here happens to be a protest song and it borders on the mathematical idea of things, and this specific one “Rainy Day Women”, happens to deal with a minority of cripples and Orientals, and the world in which they live. It’s sort of a north Mexican kind of a thing, very protesty. Very, very protesty. And one of the protestiest of all things I’ve ever protested against in my protest years.

Retornando al aspecto perjudicial de la apropiación, a Bob Dylan se le acusó de plagio, ya que la melodía de “Blowin’ in the Wind” está claramente inspirada en “No More Auction Block”. Se debe notar que Dylan obtiene inspiración para su trabajo de canciones antiguas sin orígenes claros, generalmente provenientes de artistas afroamericanos. Un fundamento musical esencial a su formación como joven músico proviene de “La Antología de Música Folk Americana”. La cualidad característica de esta colección musical reside en su carencia de origen. La tradición folk se define por su transmisión oral entre familias y pequeños grupos sociales. La línea de la apropiación se vuelve un poco más tenue, pero sigue ahí.

A continuación, miraremos a la obsesión de los orígenes en la tradición occidental (1). Después, se hará un análisis sobre la evolución de significado tanto en el derecho como en la música (2). Por último, concluiremos que la práctica de la apropiación es necesaria para la creación y transmisión de conocimientos. A su vez, se prevendrá sobre el peligro que representa que una cultura hegemónica engulle tradiciones ajenas a la suya.

Grundnorm

Temida por estudiantes de derecho en México, amada por ex-presidentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, un “presupuesto epistemológico” y el corazón de la Teoría Pura del Derecho. Para las personas que no tengan el privilegio de conocer este enigma filosófico, la norma fundante básica funge como uno de los conceptos centrales en la visión del derecho que presenta el filósofo del derecho Hans Kelsen. Kelsen construye una estructura del derecho (usualmente representada con una pirámide) en la cual la validez de una norma proviene de otra, de rango superior. Esta concatenación de validaciones conduce a una frontera histórico-temporal. Un eventual límite.

Antes del límite, la estructura ya presentada llega a su punto último. Una constitución final no podrá obtener su validez de otra de orden superior. En este límite, Hans Kelsen nos presenta su innovadora propuesta. Su entendimiento del derecho requiere un presupuesto epistemológico que permita cortar lo que de otro modo sería un regreso al infinito en la cadena de validación. A grandes rasgos, una norma fuera del derecho que otorga validez a un sistema jurídico. Esta es la norma fundante básica, fuente de fuentes, no puesta sino sólo presupuesta. ¿A qué viene Hans Kelsen en todo esto?

La visión de Kelsen refleja la obsesión por un primer punto de partida, un momento inamovible. Esta necesidad de un punto primerizo se liga con el de autoría. La apropiación implica necesariamente un grupo originario. Pero esto no siempre es posible. Los derechos de autor y de autoría son el producto de una práctica relativamente reciente. En la música, la transmisión de conocimientos se ha hecho principalmente de forma oral. El folk es un claro ejemplo. Por más que busquemos, no lograremos encontrar un instante originario de las canciones que componen la tradición oral.

Dentro de la música, podemos notar lo mismo con Dylan. En sus trabajos tardíos como Time Out of Mind, “Love and Theft” o Modern Times, Bob regresa a sus inspiraciones iniciales. ¿La Antología de Música Folk Americana se constituye como una “Rola Fundante Básica”?  Esta recopilación con ascendencia ancestral, fuera de un sistema de derechos de autor personal, parece asemejarse a una fuente de fuentes en la música estadounidense. ¿Podría ser que la Antología de Música Folk Americana es a Bob Dylan, lo que la grundnorm es a Kelsen?

El hecho de que no se pueda llegar a un origen no significa que se deba dar rienda suelta a la apropiación, así como tampoco realizar una obsesiva búsqueda originaria. El derecho y la música se constituyen como institución y práctica en sociedad. No necesitamos una Rola Fundante Básica de la cual obtengamos un sistema de validez de las demás canciones. El verdadero problema aparece cuando una cultura hegemónica logra apoderarse y silenciar la fuente de inspiración de alguno de sus contenidos.

La captura de significado

Como un ávido fan del rock, siempre me ha parecido peculiar que Elvis Presley se considerara como “el Rey del Rock”. O por otro lado, que Eminem haya sido “canonizado” como el “Dios del rap”. ¿Por qué no se consideran como monarquía absoluta del rock a Chuck Berry o Little Richard? ¿Por qué Tupac no resguarda las puertas del Edén, lado a lado de San Pedro?

El sistema económico actual ha logrado engullir cualquier tipo de fenómeno social que se le ha atravesado. Los “géneros disidentes” que rompían con el status quo de la industria musical, se han convertido en otro bien comercializable. Este es el gran peligro de la estructura capitalista: la disidencia se transforma en producto. Algunos géneros musicales que han pasado por este proceso son el blues, el jazz, el bebop, la cumbia (en México) y el reggeaton. Prima facie hay grupos específicos que consideraron a estos géneros como alocados, revolucionarios o inmorales. Ramshaw identifica el carácter disruptivo del bebop:

“Many other factors contributed to bebop’s “wild” and “revolutionary” reputation. Perhaps the most significant was the “black character of the revolution” (DeVeaux 18): “black musicians [such as Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonious Monk and Bud Powell, to name a few] dominated bop in a way that they had not dominated other forms of jazz since the early days” (Collier 209). Many argue that bop was developed in order to prevent the parasitic appropriation and exploitation of jazz by white musicians, musicians who had, in the past, “stole” swing (and ragtime) and who were then offered all the best recording contracts and live performances (Allsop 33; Green 39; Hentoff “Race Prejudice” 73; Ellison 212; Hore)“.

Ramshaw deja en claro que la (eventual) apropiación del jazz y el repudio por el bebop nace de un conflicto cultural. La asignación y relación de características de artistas afroamericanos fue considerada desdeñable por muchos críticos musicales:

It was the music. […] It made you do unwise disorderly things. Just hearing it was like violating the law.” Toni Morrison (Jazz 58)

Bop was labelled “mad, wild, frantic, crazy” (Hughes 118)

Many other factors contributed to bebop’s “wild” and “revolutionary” reputation. Perhaps the most significant was the “black character of the revolution” (DeVeaux 18)

Paradójicamente, un artista blanco nos ofrece una respuesta sobre la captura musical por parte de una cultura hegemónica: Macklemore. Desde su plataforma privilegiada como artista blanco, Macklemore revela su ambivalencia ante la apropiación de la cultura blanca del rap y el rock en dos de sus canciones, “White Privilege” y “White Privilege II”. En la primera de estas, el rapero espeta:

Now I don’t rap about guns, so they label me conscious

But I don’t rap about guns ‘cause I wasn’t forced into the projects

See I was put in the position where I could choose my options

Blessed with the privilege that my parents could send me to college

Now who’s going to shows, the kids on the block starving?

Or the white people with dough that can relate to my content?

Marketed the music, now adapted to the lifestyle

What happened to jazz and rock and roll is happening right now

La actividad de apropiación es un negocio peligroso. Podemos cambiar significados enteros para constatar un mensaje totalmente nuevo (véase “Blood on the Leaves”, de Kanye West). Es posible silenciar a una comunidad y lucrar a partir del silencio. Pero de igual manera, la producción musical debe reutilizar contenidos. En mi opinión, proteger con “cláusulas pétreas” distintos objetos culturales limitaría la actividad creativa. Pero una libre disposición de contenidos deja en desventaja a quienes no tienen los recursos necesarios para defenderse de estos “devoradores de contenidos”.

Un diálogo vivo y constante permite que distintas sociedades se enriquezcan mutuamente. No debe ser reprochado que las canciones de Dylan sean utilizadas en “protesta”, cuando él quizá no las diseñó así. Pero el silenciar sistemáticamente culturas y tradiciones por medio de una toma de formas y contenidos repercute en todes. Siempre debemos dar crédito donde es debido, denunciar allí donde no se lo hace y estar conscientes de que no siempre estamos legitimados para expresar o enunciar desde nuestro punto de vista. A veces, nos puede corresponder callar. Y escuchar.

La nota disonante

Words on loose-leaf sheet complete coming

I jump in my mind and summon the rhyme I’m dumping

Healing the blind, I promise to let the sun in

Sick of the dark ways we march to the drumming

Hands Held High, Linkin Park


La música es una de las cosas más bonitas que hemos creado como humanidad. Puede ser, en mi opinión, nuestra mejor forma de trascender. Es nuestra forma de gritarle a lo bello, al amor. Pero también puede ser – como ha sido – un modo de control. Y, como es tan maravillosa, puede ser una de las mejores formas de salir de ese control. La música, y su historia, se liga con la historia de la humanidad; con la historia de las injusticias, con la historia de amor y de cambio. La música es nuestro reflejo.

Como el derecho, la música se fue institucionalizando hasta llegar a lo que tenemos ahora: notas escritas en un pentagrama, el “do, re, mi”, el cálculo matemático para hacerla “perfecta” o “de élite”. Asi como el derecho surge para ordenar las conductas humanas, para que vayamos en armonía; la profesionalización de la música puede cumplir con el mismo rol. La humanidad puede bailar al mismo ritmo; y ese ritmo hace que también pueda marchar hacia el campo de batalla. La música puede ser utilizada por el gobierno para generar identidad nacional; o puede generarla realmente.

Ejemplos de dictadores que han utilizado la música para enaltecerse o como medio de control hay muchos. Tal vez, uno de los ejemplos más famosos es el papel que jugó la música en el Tercer Reich. La idea de que Alemania estaba en decadencia gracias a la creciente popularidad de géneros como el jazz fue muy importante para la filosofía del régimen. Al mismo tiempo, la música alemana clásica fue subida a un pedestal nacionalista y fue utilizada como forma de influenciar a las multitudes.

Aun así, la música es reflejo de nuestra humanidad, y como no somos tan simples ni tan fáciles de controlar, ante las diferentes formas de intento de control, surgen reacciones, notas disonantes. Surgen personas que, por medio de la música y resistiendo a la censura, intentan alzar la voz. Surge un pueblo con canciones de antaño, o creadas para el momento, cantando al unísono en contra de la partitura impuesta. Y surgen nuevos géneros, expresiones de los grupos oprimidos que toman fuerza y se revelan en contra de lo establecido. Que, así como se buscan cambiar las leyes para que sean inclusivas, buscan cambiar los cánones musicales para y ser escuchados. En este texto ahondaremos en el poder que tiene la música como método de control y, a su vez, como la forma principal de reacción y resistencia.

La protesta, el cambio y la música

“Como quisiera ver que el artista
Está buscando la manera
De hablar de todo
Lo que se ha vuelto importante y aun así
Nunca es bastante
Aún nos falta, y vaya si nos falta, tanto a que cantar…”

Carta a Francia, Fernando Delgadillo

La trova cubana, el rap, les cantautores latines, las protestas del 68, les cantantes africanes, los diferentes grupos sociales. Las feministas, el movimiento LGTB+, migrantes, desplazados, quienes buscan su voz. El reggaetón como un género disruptivo. El trap. El blues, el jazz, el rap. Así como el rock en su época, los grupos sociales se movilizan y se identifican con géneros musicales específicos, porque son de su creación, porque surgen de su historia, de su lucha.

La música grita por injusticias. Desde canciones de las mujeres como Un violador en tu camino” de las Tesis o “Canción sin miedo” de Vivir Quintana, los movimientos feministas de America Latina han resaltado por sus intepretaciones protestando en contra de las leyes, las injusticias y el estado que guardan las cosas. Protestando en contra del machismo institucionalizado. Canciones que te calan hasta los huesos. Canciones que piden cambios a las leyes machistas, reformas a los poderes estatales y que se paren las injusticias. Canciones que gritan por sus muertas.

La música grita por injusticias. Desde canciones de la comunidad afroamericana en Estados Unidos como Fuck da Police” de N.W.A., “Across the lines” de Tracy Chapman o “Hurricane” de Bob Dylan, se expone la brutalidad policial en contra de la comunidad. Se pide un cambio en el derecho y las instituciones que sistemáticamente discriminan a la población. Visibilizan un problema. Crean comunidad.

La música grita por injusticias. Y puede gritar, y, en mi opinión, debe gritar por mucho más. Canciones que buscan cambiar leyes específicas, como puede ser “Land of the Free” de The Killers en contra de las políticas migratorias de Trump. Canciones que exponen la corrupcion de las clases gobernantes, el abuso de autoridad y la brutalidad en las represiones como “Algo Personal” de Serrat y Calle 13.

La realidad latinoamericana del siglo pasado nos da mártires de resistencia. En medio de golpes de Estado, dictaduras y represión, surgen figuras como Victor Jara, símbolo de resistencia contra la dictadura chilena. Con canciones como “El derecho de vivir en paz” de Victor Jara y la historia del autor, se nos muestra lo que cuesta salirte de la partitura, del sistema impuesto. Lo que cuesta cantar con libertad. Yo pisaré las calles nuevamente” de Pablo Milanes, nos demuestra no solamente que alzar la voz es importante para el artista, sino que estas canciones pueden tomar vida, reinterpretarse, y, aunque sea tarde, generar cambios como los vistos en Chile este año y el pasado.

En contra de las dictaduras, y los procesos de reconstrucción que vienen después, podemos pensar en el pueblo español. Una de mis favoritas, desde niña, es “Canción de la esperanza” de Victor Manuel. “Muerto el perro no se fue con él la rabia” canta Victor Manuel refiriéndose a la muerte de Franco, y sigue “siempre había soñado que se irían de una vez, nunca había soñado con un rey.” Porque la lucha en contra de las injusticias, los sistemas políticos que no deseamos y los gritos por la paz, la esperanza, siguen con nosotros y, en mi caso, se transmiten desde el siglo pasado a este. Porque seguimos en búsqueda de justicia. Y seguimos teniendo cosas que cantar.

Los regímenes, la música y el control

“Sólo le pido a Dios

Que lo injusto no me sea indiferente

Que no me abofeteen la otra mejilla

Después que una garra me arañó esta suerte”

Sólo le pido a Dios, León Gieco

El derecho, como un sistema para ordenar  a los seres humanos, empezó trasmitiéndose por medio de la música. Con los altos niveles de analfabetismo, lo lírico se vuelve mas valioso que lo escrito para trasmitir la información. Y así, quien controla la música controla las mentes. No es casualidad que a la niñez se le enseña con cantos y juegos, que las canciones transmiten valores sociales. No es casualidad el uso de la música en religiones y otro tipo de sistemas cerrados.

El régimen, y el derecho, toman la música de la época como suya. En esta sinergia entre la sociedad civil y el Estado, en donde las creaciones de uno son utilizadas por el otro, la censura estatal sobre la música se torna un problema real y común. Se intentó prohibir el rock, el metal. Actualmente, en ciertos países, ha habido intentos de prohibir el reggaetón. En uno y otro caso, con argumentos similares: “va en contra de los valores nacionales”. Porque la nota disonante de los géneros que no surgen del poder o de las élites suena como una afrenta al sistema. Este no es un problema nuevo, podemos ver, a lo largo de la historia ejemplos de censura y enaltecimiento de ciertas clases de música.

Como mencioné anteriormente, uno de los casos paradigmáticos en la historia es el caso del Tercer Reich. Alemania es una nación con una importante tradición musical. Entre sus compositores de música clásica más famosos se encuentran Bach, Mozart y Beethoven. El reconocimiento de los músicos alemanes es una fuente de orgullo para este pueblo. En el periodo de entreguerras se empezó a popularizar entre los alemanes la música de vanguardia, la que provenía de las comunidades judías y afroamericanas, el swing y el jazz. Esto significó, para los nazis, la decadencia de la nación. Asi, cuando tuvieron el control del gobierno, vieron la música como la forma perfecta de guiar a las multitudes. El Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, buscó “purificar” la música alemana, crear canciones que representaran “la verdadera Alemania” y se organizaron diferentes grupos musicales que tocaran en las ceremonias de gobierno. Para Goebbels la propaganda era un arma de guerra y utilizó la música en gran parte de sus campañas.

La relación entre la propaganda política y la música ha sido estudiada. Muñiz establece que la música tiene diferentes funciones específicas en la propaganda política. Algunas de estas son: que hace tangible el poder, elimina la capacidad crítica, consolida las normas sociales, entretiene, transmite el mensaje y cohesiona a los grupos. En este caso, el régimen Nazi utilizó la música clásica alemana como una forma de propaganda y control.

Una vez que los Nazis llegaron al poder prohibieron lo que llamaban “música degenerada” en especial el jazz y el swing. No solamente fue prohibido por venir de Estados Unidos sino por ser música creada por la comunidad afroamericana. Se castigaba a la gente que escuchaba jazz o swing y, por tanto, la juventud empezó a ver en estos géneros musicales una forma de resistencia al nazismo.

Asimismo, desde el interior de los campos de concentración empezaron a surgir canciones como forma de protesta. La más famosa de estas es “Ernst Busch, Die Moorsoldaten” (Canción de los soldados en la turbera). Fue diseñada como una forma de protesta y partituras de la misma fueron distribuidas de manera clandestina a diferentes campos de concentración. Fue escrita por Johannes Esser junto con Wolfgang Langhoff (minero y actor, respectivamente; ambos dentro del campo de concentración por pertenecer al partido comunista). Esta letra, con un final esperanzador “… ya no abrá más soldados sufriendo en el pantano”, es la prueba de que la música es multifacética. Al mismo tiempo que se escuchaba la música clásica como un modo de control, surgían diferentes canciones y géneros musicales en contra del propio régimen que quiere controlar.

El derecho como la música

“We don’t need no education

We don’t need no thought control”

Another Brick in the Wall, Pink Floyd

El derecho, como la música, puede cambiar las formas de pensar. No solamente regula lo “necesario” para el sistema, sino que se pueden generar cambios importantes de pensamiento desde las leyes. Esto aplica también para la música. Surgen estilos de música, como se reconocen derechos, para darle voz a los grupos más olvidados. Surge la música, como una de las categorías principales de la libertad de expresión, para visibilizar abusos. Surgen las canciones para ser cantadas por las multitudes, para ampararse en ellas y pedir un cambio.

El derecho, como la música, cambia con los siglos e intenta ser más justo. Como la música, crea cánones que, gracias al propio derecho (o a la música) pueden ser cambiados por otros mejores o, que al menos, vayan mejor con la época. Como la música, crea una partitura para después intentar salir de los estándares por el mismo medio. Este dinamismo, característica tanto del derecho como de la música, los une. Esta necesidad de cambio, de mejora, este grito por las injusticias, hace parecidas la mejor parte del derecho con lo que es, en mi opinión, la mejor parte de la música.

El derecho y la música se pueden usar para protestar. Protestan en contra de si mismos. El derecho, cambia las leyes que creó e intenta reivindicarse. El derecho, como algo más amplio, como un conjunto de normas, principios y directrices, usa parte de si mismo para protestar en contra de algo más. El uso de los derechos humanos en los litigios o los diferentes litigios hechos por sociedad civil son algunos de los ejemplos de como el derecho, visto como algo mucho más amplio, puede utilizarse para protestar en contra de si mismo. El derecho ha creado mecanismos para que, desde el propio derecho, se intente protestar en su contra. La música, rompe con lo clásico y los modelos de lo que “debe” ser dentro de los cánones. Y, en esta protesta, se reforman dentro de su propio sistema para llegar a ser lo que son: reflejo de una sociedad en conflicto que día a día, verso a verso, busca ser mejor.


La mejor canción de la historia es Strange Fruit de Billie Holiday

Paul Sargent comes by again in an umpire´s suit & some college kid who´s read all about Nietzsche comes by & says ‘Nietzsche never wore an umpire suit’ & Paul says ‘You wanna buy some clothes, kid?’

Bob Dylan, notas de álbum de Highway 61 Revisited

Esta pregunta ha perseguido mis pesadillas por mucho tiempo. Yo siempre he pensado que escoger una “mejor canción” es como a escoger un “mejor hijo”. No hay respuesta que posiblemente tenga sentido. Desgraciadamente, tendremos que ir en contra de las enseñanzas de Wittgenstein y romper el silencio sobre aquello que no debe ser hablado. 

Strange Fruit (Holliday). Un alma atormentada por el cambio, el sufrimiento y la esclavitud. Billie Holliday sufrió en su vida. Esta canción, un poema originalmente, refleja la injusticia; la miseria; el Dolor. Una verdadera expresión estética que refleja un acto vil e inhumano. ¿Extraña fruta? Sembrada por los Estados Unidos y cosechada por sus maestros blancos. La podredumbre del fruto sufrido, fotografiado por el vencedor y opresor. 

El reflejo del evento que inspiró este poema se vuelve cegador. Pero, la luz que lo generó ha logrado segar (para siempre) miles de miradas. Esta canción fue la primera que logró hacerme sollozar. Fue un regreso a algo visceral, infantil, destructivo y doloroso. Yo afirmo que no hay tal cosa como una mejor canción en la historia. Sencillamente, esta es la que más me ha hecho sentir.