¿Por qué música de protesta?

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroísmo.

Victor Jara

No hace mucho tiempo, cuando el espectro del fascismo dominaba América Latina en forma de dictaduras militares, uno de los iconos más grandes de la canción protesta latinoamericana, Víctor Jara, fue torturado por un oficial apodado “El Príncipe”, quien le cortó las manos y la lengua antes de matarlo a 44 balazos aquel 16 de septiembre de 1973 en el Estado de Chile. Su único crimen fue el canto.

Curioso que en pleno 2021, se haya condenado al rapero catalán, Pablo Hasél, a pasar 9 meses en prisión por el mismo crimen, aunque tipificado como “exaltación al terrorismo” e “injurias a la Corona”, entre tanto el rey emérito anda impune en Arabia Saudita disfrutando de los millones que recibió por actos de corrupción. Pablo Hasél ahora igual que Jara es víctima de la misma figura, esto es, la del Príncipe y los monarcas.

¿Quiénes son los jueces que interpretan qué ha de entenderse por libertad de expresión? En España se creía que, con la muerte de Franco y la amnistía a los culpables, la democracia y los derechos humanos habían triunfado. Sin embargo, el encarcelamiento de Pablo Hasél cuestiona esta fantasía y pone de manifiesto que quienes ocupan los puestos de poder siguen siendo los mismos que con Franco: los fascistas amantes de la monarquía.

Todo esto mientras la División Azul insulta a la comunidad judía en una manifestación en honor a los soldados que murieron combatiendo junto a Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahora no ha habido detenidos por “exaltación al terrorismo” aunque sin reservas llamaron a los judíos “el culpable” de que tanto España como Europa sean ahora débiles.

Las libertades abstractas no existen y los poderes judiciales neutrales y apolíticos tampoco. Los jueces que resolvieron sobre la libertad de Hasél, consideraron que las rimas del rapero catalán podían ser consideradas como “discurso de odio” que “inquietan a un sector de la población”. Sin embargo, omitieron mencionar que ese sector de la población es nada más y nada menos que la monarquía, a quienes no les gusta su papel antidemocrático como jefes de Estado sea cuestionado.

¿Qué clase de democracia es aquella que mantiene a toda una familia que no ganó elección alguna por el resto de sus vidas a costa del erario? La monarquía española se sostiene sobre la nada y necesita de castigos públicos y ejemplares que sirvan de ejemplo para quienes ostenten ideas republicanas como en el más antiguo derecho inquisitorial, protegiendo así su frágil legitimidad.

No condenaron a Hasél, condenaron unas ideas, una militancia republicana y antifascista. Condenan a unos pocos para asustarnos a todos. Va más allá de los delitos de opinión, nos condenan por contar lo que hacen, por decir verdades”.  No es casual que quienes siempre se sienten en el banquillo de los acusados a ser juzgados y procesados por transgredir los límites al derecho de “la libertad de expresión” son los antifascistas.

Ha llegado el momento de superar el Estado de clase que defiende a los opresores sobre los oprimidos, a pesar de ser siempre ellos quienes incitan a la violencia, no a través de palabras o “discursos de odio”, sino a través de acciones y políticas concretas dirigidas directamente en contra de los trabajadores para defender los intereses de los monarcas, los dictadores como Franco y sus benefactores, los grandes empresarios. Tres figuras antidemocráticas que controlan cada aspecto de nuestras vidas y quienes necesitan de los poderes de gobierno para judicializar sus intereses para traer orden a la explotación.

Con esto en mente, tanto para Jara como para Hasél, la lucha por la libertad de expresión es más que una lucha jurídica ante tribunales, es una lucha de clases y, como tal, es violenta. Hasél sabe, como saben muchos y muchas hoy día, que para alcanzar la democracia real y no la ficción que se vive en España y en el resto del mundo, se tiene que estar dispuesto a entregar la libertad y la vida de ser necesario. La lucha real, “no espera que los derechos caigan del cielo y siempre despierta sueña, sabiendo que sin acción se burlan del pueblo. La que sabe que el problema se llama capitalismo y lo combate a diario”.

Dedico esta introducción a quienes por defender los ideales anticapitalistas y antifascistas dieron su vida en sacrificio. Antes Jara, hoy Hásel, mañana podríamos ser tú o yo. Por ello, hoy grito abiertamente: ¡viva la República y muerte al capitalismo! ¡Sin reyes, ni amos!

La mejor canción de la historia es Cherry Bomb de The Runaways

I figured out it was a social thing, what women were allowed to do. At a very young age, I decided I was not going to follow women’s rules.

Joan Jett

A pesar de que ya no vivimos en la época victoriana con una muy acotada definición de “lo femenino”, la crianza de las mujeres y de los hombres continúa siendo diferenciada. Desde muy jóvenes se nos impone como mujeres cuál debe ser nuestro destino: los niños, la cocina y la Iglesia. Aprendemos a conseguir lo que queremos llorando, haciéndola de víctimas. 

Durante la transición de la niñez a la adolescencia nuestro destino sigue siendo fundamentalmente el mismo. Los cambios en nuestros cuerpos se convierten en una maldición. Nuestras vidas comienzan a girar en torno a no ser muy provocativas, siempre vernos bien, ser delgadas, vestir y hacer cosas que no parezcan ser muy retadoras o muy independientes para parecer atractivas. Aprendemos a callar, a sonreír y a mostrarnos siempre dispuestas a obedecer. En el mundo de la música, esta sumisión se veía reflejada en la exclusión deliberada de las mujeres del rock. 

El rock como género surgió como reacción a la moral de la posguerra. En una época donde el optimismo de haber vencido al fascismo y la abundancia material prometían un futuro mejor para las generaciones más jóvenes, la música rock se convirtió en la manifestación de los deseos pasionales de millones de jóvenes en todo el mundo que estaban disconformes con dichos sentimientos de esperanza. Sin embargo, los emisores de ese mensaje de disconformidad sólo eran hombres. 

Si bien, las mujeres no teníamos prohibido por el Derecho tocar rock, sí eramos mal vistas por la sociedad. Por supuesto que teníamos permitido asistir a conciertos y llenar de alabanzas a los grandes músicos de la época, pasando desde Elvis Presley hasta Los Beatles, años más tarde. No obstante, cuando los conciertos terminaban y las grandes estrellas del rock regresaban a sus cuartos de hotel,  las mujeres teníamos que volver a nuestras a casas a ser las madres, esposas e hijas perfectas, sumisas y devotas. Nuestros deseos libidinosos se quedaban en eso, meros deseos. 

Es por ello que, para mí, así como la historia se divide en antes y después de Cristo, la historia del rock se divide en antes y después de The Runaways: la primera banda de rock conformada solamente por mujeres. Cinco adolescentes de 16 años rompieron con el pacto de caballeros en virtud del cual sólo los hombres podían tocar ruidosos instrumentos y manifestar su enojo y disconformidad a través de la música. Gracias a The Runaways, pasamos de ser meras espectadoras a participantes centrales con admiradores y admiradoras propios.

De todo el repertorio de The Runaways, elegí Cherry Bomb porque considero que es un himno de empoderamiento femenino. Nos dice que somos dueñas de nuestros cuerpos, de nuestra sexualidad y de nuestro destino. Somos más complejas que meros objetos que dan placer y son atractivas. También queremos recibir placer. Queremos ser más que esposas. Queremos ser rudas y explosivas, sin que eso implique renunciar a ser mujeres. 

Cuando escuché “Cherry Bomb” por primera vez, tenía 13 años. Al escucharla, decidí que quería ser algo más que ser atractiva. Quería romper las reglas, ser ruda como los hombres, conservando mi feminidad. Eso es lo que representa para mí Cherry Bomb. Se puede ser dulce como una cereza y al mismo tiempo ser explosiva como la bomba más peligrosa. Por eso es para mí la mejor canción de la historia.