Los bemoles de la apropiación cultural

En la sesión del viernes 12 hablamos sobre la apropiación cultural y sus intersecciones con el mundo jurídico. Los textos de Fernando y Arantxa exploran un rango de temas desde géneros musicales que surgieron en contextos marginalizados y acabaron siendo explotados por la industria – negando e invisibilizado sus orígenes y neutralizado su potencial mensaje subversivo – hasta la resignificación de términos racialmente cargados “desde afuera” y a través de la música.

En la lectura y discusión de los textos inevitablemente encontramos diversas tensiones: cuestionamos la validez del esquema tradicional (y occidental) de propiedad en el contexto de creaciones artística e intelectuales; nos preguntamos quién está legitimado para resignificar un término históricamente discriminatorio; encontramos que “la industria” no siempre es el enemigo del arte, pues la masificación de la cultura puede ser benéfica desde el punto de vista de la “democratización” de acceso a la misma.

Al hablar de apropiación nos centramos en su contexto jurídico, y dentro de este, el de la propiedad intelectual, que invita a un debate polifacético: por un lado, está el argumento de que las creaciones colectivas no deberían de ser explotadas o aprovechadas por individuos en lo particular, más aún si se hace a costa del desconocimiento de los grupos o comunidades que han contribuido a ellas. Aquí cabe el cuestionamiento de la noción jurídica y occidental de “propiedad” sobre ideas y creaciones, y una invitación a mirar hacia otras tradiciones. Por ejemplo, en la tradición china antigua, el concepto de originalidad no existía; en cambio se valoraba la capacidad de una obra de transmitir la energía vital o “chi”.

No obstante, desconocer cualquier clase de titularidad también puede ser peligroso, porque si no te puedes ganar la vida con lo que creas como artista, incluso después de estudiar o trabajar muchos años, hay un potencial desaliento para quienes piensen dedicarse al arte. Ello en detrimento de la sociedad y la cultura en general, -e incluso de la libertad de expresión- pues si solo valoramos las creaciones materiales -fetichismo mediante- ¿qué lugar le estamos dando a los artistas, a los filósofos y pensadores, y en general a las personas que viven de la creación de ideas y obras de arte?

Al discutir sobre la resignificación a través de la música encontramos que es un arma de doble filo, pues la legitimidad de las aseveraciones depende hasta cierto punto de la posición que guarda la persona con la lucha que se busca reivindicar. Resignificar “desde fuera” (sin ser objeto de la opresión) o “desde adentro” (como parte del grupo históricamente oprimido) tiene connotaciones muy distintas. Hasta cierto punto, porque el lenguaje tiene muchas funciones y sobre reglamentarlo en amparo de una “political correctness” que no parece tener límites puede resultar contraproducente.

En fin…que esta nota les sirva como invitación a rascar esas inquietudes que los textos les dejen.

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