Libertad opresora en el arte

Durante los próximos párrafos, el presente texto tendrá como objetivo explorar la noción del discurso de odio dentro de la música y su papel en nuestra sociedad. Indudablemente un tema polémico que ha adquirido nuevos matices dentro de un mundo cada vez más globalizado en el cual se ha exponenciado el esparcimiento de ideas y opiniones. No hace falta mencionar que la música resulta uno de los medios por excelencia para poner en ejercicio esta libertad de expresión. Por medio de ritmos, melodías y letras, logramos expresar nuestro sentir de maneras que muchas veces las palabras no nos dejan hacerlo. Música que, al final del día, amplifica nuestro mensaje y sentimiento.

Ahora bien, teniendo esto en mente, es pertinente analizar lo que es considerado un discurso de odio. Actualmente, no se ha establecido una definición jurídica sobre el significado del discurso de odio, sin embargo, existen elementos que nos permiten caracterizar cuando estamos frente a uno. Es una expresión que abarca desde la discriminación hasta la violencia que sufre una o varias personas por sus características que lo identifican, tales como: raza, orientación sexual, religión e identidad. A pesar de esto,
debemos tener muy claro que existen diversos tipos de discurso de odio; aquel que consideramos provocador o hiriente, pero que no produce efectos, de aquel en el que se materializa en alguna degradación a la integridad física o emocional de una persona. Sin embargo, dentro de esta noción, se encuentra en pugna uno de nuestros derechos más fundamentales; la libertad de expresión. Un derecho que si le imponemos límites, podría tener consecuencias terribles.

Considero que es un tema que merece ser analizado para todas las formas de expresión, pero hablando de la música en particular, resulta que es un hecho que esta es utilizada para expresar discursos de odio amparados en la libertad de expresión. Y pensaríamos que estos discursos se encuentran dentro de un grupo de punk neo nazi, sin embargo, no tenemos que voltear muy lejos para encontrar ejemplos de esto; Guns N’ Roses, uno de los grupos más populares de las últimas décadas, resulta ser explícito en su violencia y discriminación, y para ejemplificar esto, aquí dejo un pequeño párrafo de su canción One in a million:

“Raise your hands now to testify. Your confession will be crucified. You’re a sacrificial suicide
Like a dog that’s been sodomized. All the white boys and the black girls. You’re the soldiers of the new world”

Aquí nos encontramos frente a un discurso de odio que va en contra de la gente que cree en la iglesia y a su religión. Evidentemente no tan explícito como One in a Million, pero, ¿qué evitaría que un hipotético adolescente interprete esto a su manera, y el día de mañana fuera a quemar una iglesia? Ante esto surge la pregunta de si deberíamos de regular el
discurso de odio de manera general en la música, y en mi opinión, es un contundente no. Me remito a la idea que mencionaba previamente; es posible caracterizar en diferente tipos a los discursos de odio, aquellos que solo provocan, de aquellos que pueden llegar a causar un daño fáctico en las personas. Ahora bien, la verdadera cuestión aquí es: ¿cuándo consideramos que alguien hace daño? ¿Acaso si escuchó Radiohead en un día muy triste y me motiva a cortarme las venas, me está haciendo daño el artista? Por supuesto que no, así como existen millones de personas, existen millones de interpretaciones de las cuales no sería ni justo ni ético responsabilizar al artista. A pesar de esto, si podemos voltear a ver ciertos hechos que nos podrían catalogar cuando estamos frente a un discurso de odio peligroso. En mi opinión estos tres elementos necesarios consistirían en : la intención, el contenido y su alcance. Respecto a la intención, ¿hay un propósito deliberado de causar daño a otras personas?’ . En cuanto al contenido ¿incita a la acción de violencia de manera objetiva?, y por último, su alcance, ¿a cuántas personas puede llegar?

Revisemos el siguiente caso hipotético; Caifanes realiza una canción con el propósito de degradar a la comunidad LGBTQ. Con un contenido explícito que atenta hacia sus derechos, y siendo un grupo de tal magnitud, suena día a día en la radio. En mi opinión, y considerando todo lo mencionado, aquí es cuando el discurso de odio debe ser regulado y sancionado de manera individual por aquel quien lo promueva. Ahora bien, no quiero decir que cuando algo no reúne estos tres elementos en conjunto debe entenderse como algo bueno. Es decir, puede que una canción tenga la intención de causar daño, pero que su letra esté disfrazada y su alcance sea mínimo. Evidentemente está mal, pero si buscamos censurar hasta este punto nuestra expresión, caeríamos en un terreno mucho más peligroso, en el cual podríamos perder mucho más de lo que se está buscando. Y con esta idea me gustaría concluir.

Es papel y responsabilidad de cada uno de nosotros como integrantes de nuestra sociedad eliminar el discurso de odio que atenta contra personas. El Derecho como figura máxima de autoridad en algún territorio, se ve en la imposibilidad de poder regular muchos aspectos de nuestras vidas si no busca atentar contra sus propios principios de liberalidad y autonomía de la voluntad. Si bien considero que sería ideal que hubiera una intervención cuando se cumple lo antes mencionado (contenido, intención y alcance), esto puede verse limitado en la mayoría de los casos en vista de proteger nuestra la libertad de expresión. Aquí nosotros seremos los portadores de la voz sobre lo que es correcto e incorrecto. Es común que en la sociedad actual “cancelemos” artistas cuando incurren en las faltas antes mencionadas; y si bien muchos consideran que esto está mal, me resulta imperioso en nuestra sociedad e incluso una evolución social. Con canciones que se amparan en la libertad de expresión tales como la media vuelta de Luis Miguel que retratan frases contra la mujer como:

“Te vas porque yo quiero que te vayas. A la hora que yo quiera te detengo. Yo sé que mi
cariño te hace falta porque quieras o no, yo soy tu dueño”

o canciones homofóbicas como Ur So Gay by Katy Perry que dice:

“I can’t believe I fell in love with someone that wears more makeup and / You’re so gay and
you don’t even like boys”

considero que tenemos una responsabilidad moral clara frente a nuestra sociedad. Utilicemos la música para lo que está destinada; para expresar armonía, unión, amor, emoción, inclusión y porqué no, enojo, pero nunca para hacer discursos de odio.